Dada
la prominencia que han demostrado tener los fenónemos sociales en la
era de la globalización, hecho que se ha manifestado con toda su crudeza
y amplitud en la denominada primavera árabe, es imprescindible
que recurramos a técnicas de investigación social e intentemos observar
la realidad desde las lentes de las teorías sociopolíticas de más éxito
y perdurabilidad de la historia. Por todos es sabido que las ciencias
sociales son inexactas, de ahí la imposibilidad de aprobar marcos
teóricos de validez universal. Elementos geográficos, cronológicos,
culturales, psciológicos y circunstanciales obligan a una relativización
de la realidad que dificulta la labor de estudiar las sociedades con un
mismo patrón.
No obstante, observamos, al menos, dos verdades absolutas en el estudio de la sociopolítica. La primera es que los elementos de la naturaleza humana que en él se despliegan son inmutables, y la política no es más que la acción de un grupo de individuos que gozan de un cierto poder, personas con aspiraciones, debilidades, condicionamientos físicos y psicológicos, y distintas escalas de valores. La segunda es que las varas de medir y los valores del mundo de la política y la sociedad civil son totalmente diferentes y, en muchos casos, opuestos. El aforismo que reza "los Estados no tienen amigos, sino intereses" es la mejor manifestación del abismo que separa a la política más despersonalizada, la internacional, de las dinámicas de la sociedad civil. Éstos serán los ejes en torno a los cuales se desarrollará esta sección. En un intento por restituir a la filosofía una merecida centralidad en la metodología científica aplicada a las ciencias sociales, en esta sección pondremos a disposición del público las aportaciones en materia social y política de los mayores y más loados pensadores de la historia. Un modesto propósito que, tal y como aseverado en los propósitos, pretende ser un espacio para la refelexión y el intercambio de ideas y opiniones. |